Época: Gupta
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Arte Gupta

(C) Isabel Cervera



Comentario

Los primeros templos construidos están directamente relacionados con el auge del hinduismo bajo el patrocinio de los príncipes Gupta, porque fueron precisamente éstos los que decidieron empezar a construir en piedra templos imperecederos para sus dioses.
La tradición arquitectónica de la India Budista consistía en la construcción de monasterios en madera, todo lo más combinada con ladrillo, por lo que sólo nos han llegado ruinas, o también en la excavación de conjuntos rupestres que traducían el lenguaje leñoso de la arquitectura coetánea. Pero no hubo auténtica arquitectura construida en piedra, si exceptuamos algún ejemplo aislado de stupa como la de Sanchi.

Por su parte, el hinduismo primitivo que sobrevivió soterrado bajo la India Budista no practicaba ningún rito comunitario porque, al margen del rechazo social budista, el sistema de castas hindú prohibía la reunión indiscriminada de la sociedad y postulaba que sólo el esfuerzo personal y los rituales domésticos facilitaban la identificación con Brahma. Pero la nueva actitud liberal de los príncipes Gupta dio paso a la construcción de templos públicos.

Los templos más antiguos que encontramos en pie se construyen a partir del siglo V d. C. y se destinan al culto hindú; sin duda, reflejan la fuerza y la perpetuidad que los Gupta deseaban para su religión. Aunque los sillares se trabajan casi a la perfección en la cantera y todo el orden arquitectónico indica la calidad artística del clasicismo Gupta, estos templos son todavía de pequeñas dimensiones y escasa decoración. Tienen el enorme interés de ser los antecesores de los colosales templos rajputs y drávidas de la posterior India Hindú, y llaman la atención de cualquier estudioso del arte indio por la concentración de formas y economía de elementos.

Responden ya al concepto de templo hindú, totalmente distinto del templo de peregrinación budista. El templo hindú se concibe como morada del dios en la tierra, y cualquier volumen o elemento decorativo está en función de su carácter espiritual antes que de algún otro determinante utilitario o incluso estético. Es objeto de adoración en sí mismo y el proceso constructivo, también acorde con la glorificación del dios, aparece detallado en los manuales de arquitectura sagrada, los Vastu-Sastras.

Pero antes de empezar a detallar estos primeros templos hindúes, conviene adelantar que el hinduismo es una nueva forma del brahmanismo (600-300 a. C.), basado a su vez en el vedismo (1500-600 a. C.); desde el punto de vista estrictamente religioso se debe hablar de neobrahamanismo.

Con los Gupta esta nueva forma religiosa empieza a elevar a una categoría superior todos aquellos cultos populares que el budismo había abolido; encauzándolos por la vía devocional (bhakti), los Gupta les otorgan una consistencia de doctrina mayor. Y como todos estos cultos populares se basan en la literatura mitológica que, además de preservarse en sánscrito, se comienza a traducir y a divulgar en el idioma mayoritario, el hindi, este incipiente sistema socio-religioso se llamará hinduismo.

Los Gupta son también responsables del cambio social que implica su renovadora postura aristocrática. Ya no se les teme o valora como guerreros; ahora se les venera como protectores de la tradición. Los nobles hindúes rescatan a los brahmanes del olvido y los encumbran de nuevo como casta superior; éstos, a cambio, legitiman a los príncipes como descendientes de los héroes míticos, y ambos buscan el apoyo popular elevando los cultos anteriormente proscritos.

Un factor importantísimo en esta virtual revolución sociorreligiosa es el económico: durante el siglo IV los comerciantes, en su mayoría budistas, incrementan sus riquezas y se mantienen como gran clase social (aunque no como casta); pero a lo largo del siglo V la inestabilidad de la Ruta de la Seda y el colapso final de las guerras invasoras les llevan a la ruina total. Esta revolución germina en el imperio Gupta, pero florecerá posteriormente en el período de la India Hindú; y es un hecho muy significativo del desprestigio de los comerciantes el que en la historia de la India moderna no vuelva a haber una clase mercantil poderosa de origen hindú. Precisamente este vacío social será la causa del auge de los jainas y de la facilidad con la que se enriquecen los primeros comerciantes islámicos y persas (parsis en la actualidad) que se asientan en la costa occidental.

El culto a Vishnu y los templos edificados son un nítido reflejo del triunfo hindú. Todos los soberanos Gupta fueron adoradores de Vishnu y, con la divulgación de la antigua literatura, contribuyeron a la consolidación de su culto. Hasta entonces, Vishnu había sido la actuación preservadora de Brahma (Siva es la destructora), pero la tradición popular le dio el papel de protagonista en las dos epopeyas del "Mahabharata" y del "Ramayana", en las que sus héroes Krishna y Rama son simples avatares (terrenalizaciones) de Vishnu.

El arte Gupta crea unas imágenes de Vishnu idealizadas como si se tratara de una etnia suprahumana, pero al mismo tiempo completamente terrenales y aristocráticas. Lentamente la devoción popular transforma la energía femenina del dios en su mujer, Lakshmi, diosa de la belleza y la riqueza. Además de Krishna y Rama, surgen otros muchos avatares, y también aparecen la serpiente Ananta (infinito, sobre la que descansa el dios), y el águila Garuda (la palabra voladora), que lo transporta a todas partes.

Así se representa a Vishnu por primera vez en toda la historia del arte indio, en los altorrelieves que decoran los pórticos de su templo en Deogarh. Este famoso santuario, junto a los coetáneos de Sanchi, Ter, Chezarla y Aihole, constituyen las primeras construcciones en piedra de India.